CUESTIONANDO LA SABIDURÍA CONVENCIONAL SOBRE LAS PENSIONES.
(Parte I)

En la discusión actual sobre la supuesta inviabilidad del sistema de pensiones públicas se está haciendo toda una serie de aseveraciones, reproducidas algunas de ellas por la llamada Comisión de Expertos sobre las Pensiones, que requieren una reconsideración a la luz de la evidencia existente. En tal discusión se asumen erróneamente varias suposiciones, presentándolas como hechos y realidades, cuando en realidad la evidencia científica existente las cuestiona. Entre ellas están las siguientes declaraciones:
1. El hecho de que
la esperanza de vida de los españoles haya crecido seis años en los últimos
treinta años quiere decir que las personas ancianas viven seis años más. Esto
no es así. Hay que saber cómo se calcula la esperanza de vida. Si España, por
ejemplo, tuviera solo dos ciudadanos, uno la Sra. García, que vive hasta que
tiene 80 años, y otro, el pequeño Juanito, que muere al poco de nacer, entonces
la esperanza de vida promedio de España sería (80+0)/2=40 años. Suponga el
lector que treinta años más tarde España continuara teniendo solo dos
ciudadanos. Uno la Sra. Pérez que, como la Sra. García, muere a los 80 años, y
el otro ciudadano, Manuel, que vive hasta los 20 años. La esperanza de vida de
esta España reciente sería de (80+20)/2=50 años, es decir, diez años más que la
España de ayer. Pero esto no quiere decir, como constantemente se
malinterpreta, que la Sra. Pérez viva diez años más. En realidad, continúa
muriendo a los 80 años. Lo que ocurre es que el bebé que moría antes, ahora ya
no muere y vive 20 años más.
Y esto es lo que ha
ocurrido en España, la mortalidad infantil ha estado bajando mucho (lo cual ha
estado ocurriendo también en la mayoría de países de la Unión Europea) y con
ello la esperanza de vida (que es el promedio de años de vida que el ciudadano
medio vivirá) ha subido. Pero el aumento de la esperanza de vida no repercute
automáticamente en el mismo aumento de años de vida de los ancianos.
2. Como
consecuencia de que las personas vivan más años, existe la necesidad de que
también trabajen más años. Si viven seis años más, deberían trabajar seis años
más. Este supuesto ignora la enorme variabilidad en las tasas de mortalidad que
existe en España entre las personas pertenecientes a distintas clases sociales.
Un catedrático de Universidad, por ejemplo, es probable que viva siete años más
que la mujer de la limpieza de la Universidad en la que él trabaja. Es una
medida profundamente injusta exigir a la segunda persona –la mujer de la
limpieza- que trabaje dos años más (y algunos están incluso hablando de cinco
años más) para pagarle la pensión al primero –al catedrático-. El retraso
indiscriminado de la edad de jubilación es profundamente injusto. Y es, sin
embargo, el criterio que se está utilizando y promoviendo. Hoy, en España, la
persona del decil superior de renta vive diez años más que la persona del decil
inferior. Hacer una propuesta “igual para todos” sin tener en cuenta la enorme
desigualdad de condiciones de vida y muerte debería ser rechazado por inmoral y
antidemocrático.
CONTINUARÁ

Jubilats-USOC
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