dissabte, 25 de gener del 2014



NI  BUENO,  NI  CULTO,  NI  HUMANISTA,  NI  PROGRESISTA…

Arzobispo, Fernando Sebastián Aguilar.
Escribo las líneas que siguen con algo de dolor y mucho de decepción y tristeza. Pero no hay más remedio. Verán:

Hace unos días publiqué un artículo insistiendo en un fenómeno que me interesa enormemente: el proceso de cambio desde la raíz, radical, que impulsa el Papa Francisco en la Iglesia Católica.

Me refería en dicho artículo al nombramiento por el Papa de nuevos cardenales y entre ellos el arzobispo emérito de Pamplona-Tudela, Fernando Sebastián Aguilar, al que llegaba a calificar, según mis impresiones acumuladas en diversas ocasiones de contacto con él, de hombre bueno, culto, humanista y progresista.

Hace apenas unas horas, el nuevo cardenal se ha descolgado con una declaración alucinante en la que define la homosexualidad, y los homosexuales, en consecuencia, como “una deficiencia que se puede corregir con el tratamiento adecuado…” En un ejercicio que es imposible saber si es de socarronería mala, catetez o estupidez, ha añadido “que la homosexualidad sería como la hipertensión arterial que yo padezco y de la que me vengo tratando…”.

La declaración de Sebastián Aguilar sería comprensible, nunca justificable, si viniera sólo de un varón de 85 años y, muy probablemente, virgen. Algo así como si yo me pusiera a pontificar, con mis años y mi ignorancia, sobre astrofísica; disculpable por temerario.

Las personas no tiene un interructor.
Pero no es ni comprensible ni justificable viniendo de un “príncipe de la iglesia”, nombrado hace unos días por un Papa, Francisco, que una de sus primeras declaraciones al llegar al cargo fue para negarse a definir, mucho menos a juzgar, la homosexualidad y a los homosexuales, en un acto de humildad y respeto sin precedentes que dio la vuelta al mundo por venir de donde y de quien venía.

¿Por qué, entonces, esta salida de tono del flamante cardenal?, ¿por qué este derroche de ignorancia, arrogancia, inhumanidad y desprecio por la doctrina cristiana sobre el alma y la condición humana, al descalificar la homosexualidad y a los homosexuales como deficientes? Si la vida y el alma humana son un don de Dios, según la Iglesia de la que Sebastián Aguilar es príncipe, ¿cómo puede equiparar la sexualidad humana a la de una araña o un canguro, por citar algunas especies sin más impulso que el reproductivo?.

Podría seguir formulando preguntas pero me temo que todas las respuestas se estrellarían contra esa incomprensible falta de amor, misericordia y ternura cristianas al calificar la homosexualidad y a los homosexuales como lo ha hecho… nada menos que un cardenal. 

Espero y deseo de corazón que Sebastián Aguilar se disculpe públicamente y se limite a hacer suyas las declaraciones del Papa Francisco sobre la homosexualidad y los homosexuales, como es debido.

Dos personas que se aman.
Si esas disculpas no se producen, como me temo, estaremos ante la evidencia de que hay mucho interés y muchas voluntades dispuestas a sabotear desde dentro y hacia fuera el proceso histórico que impulsa el Papa Francisco para que la Iglesia sea realmente la de Jesucristo y no la de una Curia reaccionaria y principesca… como hasta ahora.    Veremos.

                                                    Colaboración de Manuel Zaguirre.  
                                                            ExSecretario General de la USO.


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