Ha muerto EL PRESIDENTE…
“La
vida siempre te da dos opciones: la cómoda y la difícil. Cuando dudes elige
siempre la difícil, porque así siempre estarás seguro de que no ha sido la
comodidad la que ha elegido por ti.”
Adolfo Suárez
Hace casi dos años, 17 de Abril del 2012, escribía sobre una entrevista en ABC.es, que le hacían a Adolfo Suárez Illana, hijo de nuestro fallecido exjefe de Gobierno Adolfo Suárez. Una de las preguntas hacía referencia a que a su familia le había tocado vivir unos años muy duros… Así contestaba:
“ -Ahí quería
poner yo un matiz. En España cada familia tiene un problema, un enfermo o una
muerte, y además muchas personas no pueden atender esas situaciones. Yo estoy
trabajando en este despacho sabiendo que hay un ejército de gente para atender
a mi padre. Voy a comer con mi padre todos los días, estoy con él y,
sinceramente, no puedo aceptar la idea del «drama de los Suárez». El drama es
el de la gente que tiene que dejar el trabajo, o que lo pierde, para cuidar a
sus enfermos. Solo puedo dar gracias a Dios. Los Suárez nos acompañamos los
unos a los otros, y nos acompañamos muy bien”.
Digna
respuesta, en aquel momento, de Adolfo Suárez Illana que dice mucho de su
origen y nobleza.
Ese
mismo hijo, nos anunció la inminente muerte de su padre. Un gran hombre que
supo asumir su responsabilidad aquel 3 de julio de 1976, cuando fue nombrado
presidente del Gobierno por el Rey.
Adolfo Suárez
nunca fue un integrista del régimen franquista, ni proclive a escrúpulos
ideológicos, pese a defender la democracia orgánica de la familia, el municipio
y el sindicato. Pero, enterrado el dictador, se aferró a los versos de Machado
que recitó poco antes de llegar a la
Moncloa: "Está el
hoy abierto al mañana./ Mañana al infinito./ Hombres de España: ni el pasado ha
muerto,/ ni está el mañana ni el ayer escrito". Para desconsuelo de
los hombres del “régimen”, Suárez, ya validado por las urnas el 15-J de 1977,
proclamó: "España está saliendo de
la larga y triste vicisitud de la dictadura".
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Esta
salida de la dictadura se produjo a base de cambios muy importantes de nuestro
no tal lejano pasado. El principal fue que el desmantelamiento del franquismo
lo acometieron los propios franquistas, haciéndose el haraquiri que dio paso al
referendo de la reforma política (15 de diciembre de 1976). Lo que la historia
ha definido como una transición modélica costó sangre, sudor y lágrimas.
Decretada
la amnistía de agosto de 1976 demostró que España estaba ante un borrón y
cuenta nueva. No obstante, los obstáculos se superpusieron: la extrema derecha
hostigó al máximo el proceso reformista; el ruido de sables en los cuarteles a
duras penas fue sofocado por el sector castrense no involucionista, capitaneado
por Manuel Gutiérrez Mellado; el terrorismo de ETA, partido en dos facciones,
se ensañó, y el GRAPO, infiltrado por elementos policiales, fue capaz de
secuestrar al exministro Antonio María de Oriol y al teniente general Emilio
Villaescusa.
Cuando
los síntomas de asfixia política hacían preveer males mayores, acaeció la
legalización del PCE, en 1977. Santiago Carrillo había contribuido
decisivamente a propiciar el paso de la dictadura a la democracia, sacrificando
su republicanismo y aceptando la monarquía heredada del franquismo. "Nosotros haremos la democracia para los
españoles y vamos a asombrarles a ustedes", declaró entonces Suárez a “Paris-Match”.
El presidente consiguió convencer a la oposición de que la reforma solo podía
cristalizar en una ruptura pactada.
El
proceso democrático exigió unas elecciones libres con los partidos en liza, lo
primero que hizo Suárez fue crear UCD, que más que un partido fue una coalición
de intereses en la que tuvieron cabida diversos grupúsculos de tendencia
liberal, falangista, socialdemócrata y democristiana. En el cierre de la campaña
de los primeros comicios en cuatro décadas, Suárez afirmó en TVE: "Puedo prometer, y prometo, intentar
elaborar una Constitución en colaboración con todos los grupos representados en
el Parlamento, cualquiera que sea su número de escaños".
Mucho
debe Cataluña al expresidente Suárez. Al restaurar la Generalitat, permitió
que su “president” regresara del exilio, le convalidó el cargo, firmó los
primeros acuerdos para la enseñanza obligatoria del catalán en 1978, negoció el
Estatut de 1979 y fue aliado político de Josep Tarradellas y Jordi Pujol.
Cuando la Marxa per la Llibertat recorría las
comarcas pidiendo “Llibertat, amnistia i
Estatut d’autonomia” Suárez inició una doble política: diálogo con la
oposición y severidad. Autorizó la celebración libre del primer Onze de
Setembre, pero obligó a trasladar la celebración de Barcelona a Sant Boi. Sin
embargo, la Diada
reunió a más de 100.000 personas.
Con la
entrada en vigor del Estatut y las primeras elecciones autonómicas, Pujol, con
el aval de Centristes a su primera investidura, lideró la política catalana.
Los dos presidentes apenas tuvieron tiempo de conocerse. Pronto llegó la
dimisión de Suárez y la creación del CDS, que no pasó de ser testimonial. El
piloto de la transición nunca regresó.
Adolfo
Suárez, el primer presidente de la democracia, no recordaba haber sido
presidente del Gobierno, pero fue el primero de la España democrática. La
enfermedad de Alzheimer le ganó la partida.

Aguardó
la muerte rodeado de su familia y sin perder ni la sonrisa ni su “mirada
picarona”, tal y como lo expresó su hijo.
Descanse
en Paz..!
Ramiro Lozano
Jubilats-USOC
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