diumenge, 23 de març del 2014



Ha muerto EL PRESIDENTE…

 “La vida siempre te da dos opciones: la cómoda y la difícil. Cuando dudes elige siempre la difícil, porque así siempre estarás seguro de que no ha sido la comodidad la que ha elegido por ti.”

Adolfo Suárez


Hace casi dos años, 17 de Abril del 2012, escribía sobre una entrevista en ABC.es, que le hacían a Adolfo Suárez Illana, hijo de nuestro fallecido exjefe de Gobierno Adolfo Suárez. Una de las preguntas hacía referencia a que a su familia le había tocado vivir unos años muy duros… Así contestaba:

“ -Ahí quería poner yo un matiz. En España cada familia tiene un problema, un enfermo o una muerte, y además muchas personas no pueden atender esas situaciones. Yo estoy trabajando en este despacho sabiendo que hay un ejército de gente para atender a mi padre. Voy a comer con mi padre todos los días, estoy con él y, sinceramente, no puedo aceptar la idea del «drama de los Suárez». El drama es el de la gente que tiene que dejar el trabajo, o que lo pierde, para cuidar a sus enfermos. Solo puedo dar gracias a Dios. Los Suárez nos acompañamos los unos a los otros, y nos acompañamos muy bien”.

Digna respuesta, en aquel momento, de Adolfo Suárez Illana que dice mucho de su origen y nobleza.

Ese mismo hijo, nos anunció la inminente muerte de su padre. Un gran hombre que supo asumir su responsabilidad aquel 3 de julio de 1976, cuando fue nombrado presidente del Gobierno por el Rey.

Adolfo Suárez nunca fue un integrista del régimen franquista, ni proclive a escrúpulos ideológicos, pese a defender la democracia orgánica de la familia, el municipio y el sindicato. Pero, enterrado el dictador, se aferró a los versos de Machado que recitó poco antes de llegar a la Moncloa: "Está el hoy abierto al mañana./ Mañana al infinito./ Hombres de España: ni el pasado ha muerto,/ ni está el mañana ni el ayer escrito". Para desconsuelo de los hombres del “régimen”, Suárez, ya validado por las urnas el 15-J de 1977, proclamó: "España está saliendo de la larga y triste vicisitud de la dictadura".
 



Esta salida de la dictadura se produjo a base de cambios muy importantes de nuestro no tal lejano pasado. El principal fue que el desmantelamiento del franquismo lo acometieron los propios franquistas, haciéndose el haraquiri que dio paso al referendo de la reforma política (15 de diciembre de 1976). Lo que la historia ha definido como una transición modélica costó sangre, sudor y lágrimas.

Decretada la amnistía de agosto de 1976 demostró que España estaba ante un borrón y cuenta nueva. No obstante, los obstáculos se superpusieron: la extrema derecha hostigó al máximo el proceso reformista; el ruido de sables en los cuarteles a duras penas fue sofocado por el sector castrense no involucionista, capitaneado por Manuel Gutiérrez Mellado; el terrorismo de ETA, partido en dos facciones, se ensañó, y el GRAPO, infiltrado por elementos policiales, fue capaz de secuestrar al exministro Antonio María de Oriol y al teniente general Emilio Villaescusa.

Cuando los síntomas de asfixia política hacían preveer males mayores, acaeció la legalización del PCE, en 1977. Santiago Carrillo había contribuido decisivamente a propiciar el paso de la dictadura a la democracia, sacrificando su republicanismo y aceptando la monarquía heredada del franquismo. "Nosotros haremos la democracia para los españoles y vamos a asombrarles a ustedes", declaró entonces Suárez a “Paris-Match”. El presidente consiguió convencer a la oposición de que la reforma solo podía cristalizar en una ruptura pactada.

El proceso democrático exigió unas elecciones libres con los partidos en liza, lo primero que hizo Suárez fue crear UCD, que más que un partido fue una coalición de intereses en la que tuvieron cabida diversos grupúsculos de tendencia liberal, falangista, socialdemócrata y democristiana. En el cierre de la campaña de los primeros comicios en cuatro décadas, Suárez afirmó en TVE: "Puedo prometer, y prometo, intentar elaborar una Constitución en colaboración con todos los grupos representados en el Parlamento, cualquiera que sea su número de escaños".

Mucho debe Cataluña al expresidente Suárez. Al restaurar la Generalitat, permitió que su “president” regresara del exilio, le convalidó el cargo, firmó los primeros acuerdos para la enseñanza obligatoria del catalán en 1978, negoció el Estatut de 1979 y fue aliado político de Josep Tarradellas y Jordi Pujol.

Cuando la Marxa per la Llibertat recorría las comarcas pidiendo “Llibertat, amnistia i Estatut d’autonomia” Suárez inició una doble política: diálogo con la oposición y severidad. Autorizó la celebración libre del primer Onze de Setembre, pero obligó a trasladar la celebración de Barcelona a Sant Boi. Sin embargo, la Diada reunió a más de 100.000 personas.

Con la entrada en vigor del Estatut y las primeras elecciones autonómicas, Pujol, con el aval de Centristes a su primera investidura, lideró la política catalana. Los dos presidentes apenas tuvieron tiempo de conocerse. Pronto llegó la dimisión de Suárez y la creación del CDS, que no pasó de ser testimonial. El piloto de la transición nunca regresó.

Adolfo Suárez, el primer presidente de la democracia, no recordaba haber sido presidente del Gobierno, pero fue el primero de la España democrática. La enfermedad de Alzheimer le ganó la partida. 

Tras numerosas hospitalizaciones, aquejado de su enfermedad, la llama de Suárez se ha apagado. No obstante su luz seguirá luciendo e iluminando la historia de España para siempre.

Aguardó la muerte rodeado de su familia y sin perder ni la sonrisa ni su “mirada picarona”, tal y como lo expresó su hijo.

Descanse en Paz..!


Ramiro Lozano
Jubilats-USOC



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