Mirando hacia atrás
Voy a hablar de un hombre que nos abandonó el 23 de
marzo de este año, aunque su mente ya lo había hecho unos años antes. Quizás,
afortunadamente para él, Dios no quería que sufriera; porque si pudiera haber
visto lo que ha ocurrido con la democracia desde que él abandonó la política,
se horrorizaría, porque pone los pelos de punta. Como se puede suponer, hago
referencia al Ilmo. Sr. Adolfo Suárez González, todo un señor y un caballero.
Hablo de hace muchos años y desde entonces han pasado
demasiadas cosas.
La ilusión que llevaba aquel proceso tan nuevo,
tenía el sello de la sinceridad, y, embobados por amistades cercanas, que
alejaban toda idea de intereses monetarios y corruptelas, que a día de hoy las
tenemos encima de una forma muy escandalosa, nos fuimos metiendo en su
política.
La gente que militaba en su partido, por lo que
conocí, eran personas muy interesantes y al mismo tiempo educadas e
inteligentes. Se hacían actos, comidas, cenas y mítines para recoger dinero
para la campaña que tocara en cada momento. No se disponía del dinero que hoy
tienen los partidos políticos.
Todo fue muy bien, se ganó, y aquella nueva
democracia fue respirando y cogiendo forma, hecho en poco tiempo, que poco
antes no se había ni siquiera soñado. Todos los malos agüeros se fueron
disipando ante la valentía y empuje de aquel hombre y de sus colaboradores.
La gente que le acompañaba era buena y competente,
su oportunismo y prudencia, lo hicieron triunfar. Se consiguieron muchos
objetivos y algunos no pequeños.
Y como vulgarmente se dice, el hambre de
protagonismo aumenta con el tiempo. Los que nacieron bajo su sombra se fueron
creciendo, y creyeron que la UCD
sería mucho mejor y más grande si ellos la guiasen, y aquel señor se quedó
solo; diría que solamente Rodríguez Sahagún estuvo siempre a su lado.
En
Barcelona ocurrió lo mismo, reinó la confusión, y pocos sabían que baile había
que bailar, ni dónde estaban, ni con quién se estaba. Ante estas batallas y
discusiones de llaves, recibos por cobrar, etc., unos cuantos
poca vergüenzas convencieron a Suárez para que naciera el CDS, y ya conocemos
como acabó. La UCD
vegetó sin él, para no ser nada.
Todo este triste proceso dio origen al bipartidismo
que tenemos a nivel del Estado. Fue como descubrir que la Caja de Pandora no
tenía llave, que todo se podía hacer en nombre de unos supuestos éxitos, usan
unos ideales que están bien muertos y que no pueden dar al pueblo ninguna
satisfacción, más bien le preocupan y angustian. Éxitos que crean verdaderos
dramas, sin que los políticos, del signo que sean, hagan caso. El pueblo no
quiere tantas promesas que sabe que no se cumplirán, ni los éxitos que prometen
en cada nueva locura ideada por algún nuevo genio.
Sí que el pueblo se quedaría sorprendido si los
actores de la “res pública” basaran su actividad en los Valores Morales, tan
sencillos y fáciles de comprender para los que estamos machacados por la
mentira y la corrupción a escala TOTAL. El estado de derecho tendría que
funcionar de verdad, y llegar hasta las últimas consecuencias en el
cumplimiento de la legislación vigente, para limpiar toda la podredumbre que
nos envuelve. El aforamiento solo tendría que servir para los temas políticos,
propios de su trabajo, no para amparar sus fechorías en el ámbito privado. Quien
desde el ámbito público realice acciones en su beneficio, el de sus familiares,
allegados o de las organizaciones a las que pertenecen, malversando caudales
públicos, deben responder con su patrimonio para restituir lo que han robado.
Visto lo visto, no sé cómo podrá acabar esta mala
película, que no vemos en el cine, sino que la estamos viviendo como
protagonistas.
José Mª Gracia Sales
Jubilado de USOC
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